BRASILIA, Brasil.- El primer debate antes de la segunda vuelta electoral en Brasil estuvo repleto de ataques entre el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que se ubican en puntos opuestos del espectro político en muchos temas, pero centralmente en la mirada sobre el acceso a los derechos sociales y el trato con el empresariado del agronegocio.
“Quiero un país libre... donde se respete la propiedad privada…. Queremos un país sin drogas; Lula liberará las drogas; nosotros respetamos la vida, no al aborto; y respeto a las religiones”, dijo Bolsonaro en su cierre.
Lula afirmó: “Quien defiende la democracia, soy yo; quiero gobernar el país democráticamente, como lo hice en dos oportunidades”. Se refirió a los vínculos de Bolsonaro con las milicias mafiosas que pululan en las favelas y que asesinaron a Marielle Franco. “No soy yo quien defiende a los criminales”, señaló Lula.
El debate del domingo fue un reflejo de una competencia muy polarizada. Los candidatos recurrieron a menudo a los ataques personales durante dos horas de debate en TV Bandeirantes.
Lula dijo que la mitad de las 680.000 muertes causadas por la pandemia de covid-19 en Brasil podrían haberse evitado si no hubiese sido por los retrasos en la compra de vacunas por parte del gobierno de Bolsonaro, que minimizó la gravedad del virus, promovió curas no probadas y se opuso a las medidas de prevención de contagios.
Bolsonaro arremetió contra Lula por los escándalos de corrupción que, según dijo, persiguieron los 14 años de gobierno del Partido de los Trabajadores.
Lula cayó en medio de la enorme investigación de corrupción, que involucró a docenas de líderes empresariales y políticos.
El ex presidente pasó casi dos años en la cárcel por una condena de soborno, que luego fue anulada por la Corte Suprema de Brasil, y las acusaciones, desestimadas por falta de mérito.
Lula obtuvo el 48% de los votos en la primera vuelta de las elecciones, el 2 de octubre, frente al 43% de Bolsonaro, cuyo inesperado desempeño sentó las bases para una competitiva segunda vuelta el 30 de octubre.
En una acalorada campaña para ganar votos decisivos, ambos candidatos han intensificado su retórica y han lanzado ataques personales por televisión. La Justicia tuvo que intervenir para moderar el tono y el contenido de algunas de las acusaciones: obligó a la campaña de Lula a bajar el anuncio que insinuaba que Bolsonaro era capaz de comer carne humana, y prohibió a los “bolsonarisas” que se refieran al ex mandatario como “ladrón” o “preso”, debido a que fue absuelto y se probó que el juez Sérgio Moro, que lo condenó, no era imparcial.
La campaña de Bolsonaro contaba con el debate del domingo para cerrar la brecha con Lula, que todavía tiene una ventaja de unos 5 puntos porcentuales, según la encuestadora Datafolha. Pero un sondeo de CNT/MDA confirmó ayer la ventaja de unos 6 puntos de Lula sobre Bolsonaro, con un 48,1% de apoyo, frente al 41,8% del mandatario.
Bolsonaro no se resigna, y ayer volvió a levantar sospechas sin pruebas sobre las urnas electrónicas. Dijo que las Fuerzas Armadas están analizando si hubo fraude en la primera ronda.
“En este momento, como han sido invitadas a integrar una comisión de transparencia electoral, este trabajo lo están haciendo las Fuerzas Armadas (...) tienen un gran equipo en el Comando de Ciberdefensa”, dijo Bolsonaro en una radio de Río de Janeiro. (Reuters)